En 2025, el sistema educativo chileno enfrenta desafíos significativos para integrar a estudiantes con trastornos neurológicos como el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Aunque ambas condiciones son diferentes, a menudo coexisten, lo que dificulta tanto su diagnóstico como su tratamiento adecuado. El autismo afecta principalmente la comunicación, interacción social y comportamiento, mientras que el TDAH se caracteriza por la desatención, hiperactividad e impulsividad, lo que impacta negativamente en el rendimiento académico y social de los estudiantes.
Estudios indican que entre el 30% y el 50% de las personas con autismo también presentan TDAH, lo que incrementa las dificultades que enfrentan tanto en el aula como en su desarrollo personal. En este contexto, el sistema educativo debe evolucionar para garantizar una educación inclusiva de calidad, conforme a la ley de inclusión escolar. Sin embargo, la implementación de esta ley aún enfrenta barreras como la falta de capacitación docente, escasez de profesionales de apoyo y recursos limitados, especialmente en regiones fuera de la capital.
Las estrategias para atender estas condiciones deben incluir la personalización del aprendizaje, el uso de tecnología educativa adaptativa, el apoyo psicológico y emocional, y la colaboración interdisciplinaria entre docentes y profesionales de la salud. Además, la sensibilización y capacitación de los compañeros es esencial para fomentar un ambiente inclusivo donde los estudiantes puedan socializar y aprender sin barreras.
Si bien se han logrado avances en la legislación y en la inclusión de estos estudiantes en el sistema educativo, aún es crucial mejorar los recursos y la formación especializada. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo, que considere tanto las necesidades educativas como emocionales de los estudiantes, Chile podrá garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos, independientemente de sus características neurológicas.
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