La educación tecnológica en Chile atraviesa una situación crítica. A pesar de que la asignatura de Tecnología sigue formando parte del currículum escolar nacional, la Pedagogía en Educación Tecnológica, fue eliminada en 2014. Esta medida trajo consigo una reducción significativa de la carga horaria de la materia, que pasó de 90 a solo 45 minutos semanales, disminuyendo notablemente su impacto en las aulas.
La falta de infraestructura adecuada, el escaso equipamiento y la débil conectividad en muchas escuelas han debilitado aún más la enseñanza de la tecnología. La ausencia de condiciones óptimas para una educación de calidad ha tenido consecuencias devastadoras, incluyendo el cierre de la carrera de Pedagogía en Educación Tecnológica en todas las instituciones de educación superior del país.
Según datos de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE), en los últimos 15 años solo 219 docentes se han graduado con mención en Educación Tecnológica, lo que refleja una clara escasez de especialistas en la materia. Esta universidad es, además, la última en ofrecer dicha especialización dentro de la formación pedagógica.
Este panorama representa un desafío crucial para el futuro de la educación en Chile, especialmente en un contexto global donde la tecnología desempeña un papel clave en todos los aspectos de la vida cotidiana. El país enfrenta la urgente necesidad de reconsiderar la importancia de la formación tecnológica, no solo para fortalecer las competencias digitales de los estudiantes, sino también para crear las condiciones necesarias que permitan a los futuros docentes formar a las nuevas generaciones con los conocimientos y herramientas que demanda el siglo XXI.
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